Término municipal comprendido en el Parque Natural de Arribes del Duero y considerado el “Corazón de la Ribera”, que debe convertirse en el de las arribes. Sobresale el embalse que lleva su nombre con una capacidad de 115 Hm³, de hecho la central de Aldeadávila es la de mayor potencia de España.

El municipio tiene unas vistas magníficas con miradores sobre los tajos profundos cortados en el granito desde donde se puede contemplar el río Duero: Picón del Fraile, Picón del Águila, Picón de Felipe, Rupurupay, Viña Cerrada, Peña Palomera o el Lastrón.

Los miradores se pueden recorrer por los senderos habilitados para ello y de esta forma disfrutar de las arribes y de sus excepcionales paisajes a lo largo de todo el año. Los senderos están estructurados de forma que empiezan y acaban en el casco urbano y se unen unos con otros de tal forma que se pueden recorrer las rutas sin pasar por el pueblo.

En Aldeadávila tradicionalmente se construyeron las viviendas con muros de sillarejo y puertas, ventanas y esquinas con sillares. Diseminadas por el campo hay chozas de piedras circulares denominadas “casitas”. Estas eran las utilizaban por los ganaderos para guarecerse del mal tiempo cuando se acompañaba al ganado en el pastoreo.

Su valioso patrimonio artístico religioso incluye la iglesia parroquial, con una torre del siglo XVI rematada por chapitel; el convento franciscano de Santa Marina, construido en el siglo XV sobre una ermita dedicada a Nuestra Señora de Manzaneda; la ermita de la Santa; la ermita del Santo Cristo del Humilladero; y los restos de la ermita bajomedieval de San Pelayo.

En el caso del patrimonio artístico civil destaca el palacio neoclásico de Jerónimo Manuel Caballero del siglo XVII y las numerosas casonas solariegas.